El profesional calificado como el arquitecto colombiano más importante de la historia de este país, falleció a los 78 años en Bogotá después de una larga batalla contra el cáncer y en medio de una inmensa producción arquitectónica.
De origen francés, va a formarse como arquitecto en la Universidad Nacional de Colombia. Más tarde trabajaría durante más de 10 años en el Estudio de Le Corbusier en París.
Su obra se caracteriza por estar fuertemente ligada al contexto y a las raíces latinoamericanas, donde se destaca en el uso y exploración con el ladrillo. El agua se convierte en un elemento clave en su arquitectura, acompañando los recorridos por su sutil música, como le gustaba referirse. Sus intervenciones están en el campo de la Arquitectura, el Urbanismo y la Academia, siendo formador de 3 generaciones de arquitectos.
La obra que lo lanzó a la fama y al reconocimiento internacional fue el Conjunto de Apartamentos de Las Torres del Parque, “polémico por su planteamiento formal, basado en una geometría radial, en el escalonamiento volumétrico y en el enriquecimiento mediante balcones de la textura visual de los edificios”, (Saldarriaga). Resalta la implantación urbana y la generosidad en los espacios públicos como uno de sus aportes a la ciudad.
Es destacable el hecho de que la Casa de Huéspedes Ilustres, en Cartagena de Indias mereció la distinción de ser escogida como el edificio más importante de la década de los 80 en Latinoamérica.
Algunas de sus obras más importantes son el Edificio Fondo de Cultura Económica, Casa de Huéspedes Ilustres (1980 – 1982), Torres del Parque (1965 – 1970) , Biblioteca Virgilio Barco (1999 – 2001) y el Archivo General de la Nación (1988 – 1994)
El arquitecto fue ampliamente galardonado, y entre sus distinciones están el Premio Nacional de Arquitectura (1986) y el Premio Internacional Alvar Aalto (2004)
“Es una pérdida para toda la arquitectura, era un gran profesional, con un recorrido extraordinario, que valorizaba ante todo el factor humano”, declaró a la prensa Amedeo Schiattarella.
“… la arquitectura es un arte del espacio y del tiempo porque permite que se infiltren y palpiten los sentidos, al percibir su transcurrir: igual que la música se da a conocer poco a poco con la razón y con el sueño. Es un continuo errar, siempre es sorpresivo, siempre efímero. Y cuando pudo ir más alla del hecho constructivo, lo hizo porque supo emocionar y confiarse a su tiempo, ser su cómplice sutil y constante.”
Rogelio Salmona “Entre la Mariposa y el Elefante”, texto de aceptación del Premio Alvar Aalto.